Los envases se diseñan para que, además de cumplir todos los requisitos relacionados con el producto que van a contener, sean medioambientalmente sostenibles. Por eso, a día de hoy, contamos con envases más ligeros y fácilmente reciclables, porque al diseñarlos se ha tenido en cuenta su ciclo de vida.

La elección de materiales también es muy importante, pues estos se eligen teniendo en cuenta el producto que van a contener, en qué condiciones y durante cuánto tiempo. También es primordial considerar los impactos externos a los que va a enfrentarse en su función de proteger el producto que contiene. Cada material se elige estudiando con detenimiento todo el ciclo de vida para acceder a la opción más sostenible.

Gracias al envase, el producto viaja con total seguridad desde donde fue fabricado al comercio, que facilitará su distribución al público. Durante esta fase existen los llamados envases secundarios, que aglutinan a los envases primarios (los que contienen el producto) protegiéndolos y facilitando su distribución.

Gracias al envase y a los códigos que contiene, se puede saber exactamente cómo y cuando fue envasado el producto que contiene (lote) ayudando a la trazabilidad del producto en el caso de que ocurriera algún problema y fuera necesario retirarlo del mercado.

El envase en el comercio permite al consumidor decidir qué va a comprar contando con toda la información necesaria del producto, ya que las etiquetas son una parte imprescindible del envasado. El envase le asegura al consumidor que aquello que va a comprar contiene exactamente lo que busca y que se encuentra en perfectas condiciones para ser consumido.

Permiten al consumidor almacenar durante más tiempo los productos evitando su desperdicio, dando información sobre la mejor forma de conservación, el estado del producto que contienen, si aun puede ser utilizado o consumido o es mejor desecharlo por seguridad. Divulgar el número de emergencias toxicológicas en el envase para favorecer una respuesta apropiada a la composición en caso de accidente por intoxicación

A través de su etiquetado, los envases dan multitud de información al consumidor que es vital para su seguridad y para el correcto uso del producto. Las etiquetas son la mejor vía de comunicación entre el productor y el consumidor y explican al usuario no sólo qué contiene y cuándo utilizarlo o consumirlo, sino también su forma de uso, de preparación, advertencias de seguridad, si hay que tener cuidado con alguno de los componentes del producto, etc.

Los contenedores que se sitúan en la vía pública para la recogida de residuos de envases ligeros, papel/cartón y envases de vidrio se han dispuesto en lugares específicos teniendo en cuenta múltiples factores como son la mejor ruta de recogida, la comodidad ciudadana o la seguridad.

La frecuencia de la recogida, así como la ruta de la misma, han sido diseñadas de forma que sean lo más sostenibles posible. Gracias a eso, los camiones pasan cuando los contenedores están al 80% de su capacidad, aunque dependiendo de la época del año esto puede variar enormemente. Por ello, se está trabajando con contenedores inteligentes que avisen cuando estén llenos, adaptando en tiempo real la ruta de recogida gracias a las nuevas tecnologías.

Muchos de los camiones de recogida cuentan con dos compartimentos independientes, permitiendo que se recojan a la vez dos tipos de contenedores, o flujos de residuos. Estos suelen utilizarse para la fracción resto y de envases ligeros de algunos municipios cuyos contenedores tienen un tamaño similar.

Los residuos de envases ligeros y papel cartón, tras ser recogidos, son enviados a plantas de selección en las cuales, gracias a las últimas tecnologías y con el apoyo de técnicos especializados, se separan por materiales que serán preparados para ser enviados al reciclador. Los diferentes residuos de envases ligeros y papel cartón separados por materiales se suelen compactar en balas, que se envían a instalaciones de reciclado.

Los envases de vidrio, al ser monomaterial, van directamente a una planta de tratamiento en la cual, tras eliminar las impurezas (tapones, etiquetas…) y separar restos de otros materiales que el consumidor haya depositado erróneamente, se procede a la trituración del vidrio y su separación por colores. Con ello se consigue el calcín, materia prima que dará vida al nuevo vidrio.

Este proceso es posible gracias a la colaboración del ciudadano, que ha separado correctamente en su hogar, llegando los residuos de envases sin restos de otros residuos facilitando su completa separación para su reciclado.

De la fracción resto se pueden recuperar también residuos de envases que, por confusión, despiste o desconocimiento, el ciudadano depositó sin querer en el contenedor de resto en vez de en el contenedor habilitado para ellos. El procesado de esos residuos de envases, al ir mezclados con multitud de residuos, es más complejo, y en algunos casos da lugar a materiales de baja calidad, por lo que todo esfuerzo es poco para informar al ciudadano de la manera correcta de deshacerse de sus envases usados.

Las balas de residuos de envases ligeros y papel cartón separados por materiales son llevadas a los recicladores que, mediante diversas técnicas dependiendo del material, los reciclan generando un nuevo material limpio que podrá volver a introducirse en el proceso productivo.

Este material, dependiendo del tipo y de su calidad, en muchos casos podrá utilizarse para hacer nuevos envases idénticos a los originales, y en otros para otros productos tales como prendas de vestir, bicicletas, libros…

En el caso del calcín obtenido del reciclaje de envases de vidrio, este material es trasladado a las vidrieras o fábricas de envases donde es fundido a altas temperaturas para, a continuación, poder ser moldeado y convertido en un nuevo envase.